Experiencias divinas

Puede que el ser humano situado en tiempo y espacio, lo viva de forma que parezca un comienzo temporal, pero siempre queda la pregunta: ¿Y qué había antes? Si Dios ha creado el mundo, ¿quién ha creado a Dios? Las preguntas no terminan nunca, se puede seguir preguntando hasta el infinito.

Las palabras ‘’Dios creó el mundo’’, me llevan a preguntarme seguidamente: ¿Es Dios algo que está enfrente, un poder que según su capricho pueda hacer conmigo o con el mundo lo que quiera? ¿O existe una posibilidad de relación que vaya tal vez tan lejos como para que yo me reconozca también en Dios, de la misma forma que Dios se reconoce en mí?

El nombre Adam – palabra hebrea que significa ‘’ser humano’’ – en sentido etimológico podría traducirse como yo asemejo, porque domé es asemejar y con la letra álef delante como primera persona, es decir, Yo. Pero esta palabra hebrea es, además, prácticamente idéntica con ‘’silencio’’ y ‘’callar’’. Lo que significa que tal semejanza solo puede ser expresada en el silencio.

Dios dice de la creación que es buena en gran manera (Génesis 1,31), y la termina con el ser humano, la corona, con Adam, con la noción yo asemejo. ¿Quién lo dice? Dios le llama así al ser humano, le ve como aquel al que puede decir: Yo le asemejo. Y el ser humano se llama yo asemejo. ¿A quién? Quizás justamente a aquel que tiene enfrente. También aquí, en la semejanza, uno está frente al otro.

El creador crea y allí donde la creación llega a su cumbre, donde aparece el ser más alto, dice: yo asemejo. Para mí, el mundo es concreto, está aquí. Dios, innombrable, no comprobable, está enfrente. No lo digo en cuanto a distancia, porque significaría enfrente en el espacio. Podríamos verlo así: enfrente, pero con signos diferentes de los que forma mi Ser. Si aquí está lo concreto, entonces justamente enfrente está lo inconcreto hasta aquello que sentimos que es la nada. – La nada, por tanto, está también enfrente. Es curioso que la palabra hebrea que designa la nada, se escriba con las mismas letras que Yo.

 La historia de la creación me muestra en primer lugar, como primera experiencia, la llegada al mundo, diciendo que aquel que me da el Ser, me asemeja. No es que un lado excluya al otro, al contrario, juntos forman la perfección. En este sentido, la creación sería algo muy curioso: ser creado desde una fuente en la que yo también estoy; y el creador que saca de esa fuente, también está en la creación aquí.

En el cristianismo existe la noción ‘’hijo’’: es la presencia de Dios, del Padre, en el sentido de aquel que salva, sana, aquí en el mundo. Ante todo, no hagamos ninguna separación entre un lado y el otro. Al contrario, se habla de unión.