Si el año comienza en marzo, septiembre es el séptimo mes. Pero si comienza en enero, ese cálculo ya no vale. Vemos pues, que no es tan natural que el año comience con enero.
La primera vez que se estableció así fue en los tiempos de los romanos, hasta donde podemos seguir el trazado. En aquel entonces se tomó como primer día del año, el día siguiente a la luna nueva, después del solsticio de invierno. Y puesto que la luna cambia sin cesar, esa fecha no caía en cada año en la misma fecha, Así, en todo caso, sería en un principio. El nombre «enero» tiene que ver con Jano (Januarius es enero), es decir con la cara doble que mira hacia dos lados. No se trata solo de que esté mirando hacia el año nuevo y hacia el viejo, que es verdad, pero hay mucho más. El año nuevo se caracteriza ante todo por la dualidad en la creación y, en este punto, se muestra esta dualidad. Vemos que el año nuevo tiene claramente ds caras: «Janus» significa «puerta», puerta de casa; igualmente «janua», su forma femenina, significa: en el comienzo del año vemos una puerta por la cual se puede entrar y salir hacia ambos lados.
Se cuenta de la puerta principal del Templo de Janus: el Templo era cuadrado y tenía en cada lado una puerta y tres ventanas que normalmente estaban cerradas. Sin embargo, en tiempos de guerra estaban abiertas. entonces hay un choque, la dualidad se manifiesta. El emperador Augustos se vanagloriaba de que durante su reinado esa puerta estuvo abierta menos tiempo que durante otros reinados. Con ello quería decir que había más paz en su tiempo. Que la puerta se abra significa, por tanto, que el mundo tiene dos direcciones. El comienzo del año nuevo señala ya que, de hecho hay algo que está en conflicto. ¿Cómo es posible? pensamos. Los griegos lo llamaban «ta adinata», en el momento en que lo imposible se vuelve posible.
Nosotros decimos: «cuando Pascua y Pentecostés coincidan…», lo que es imposible a todas luces. Hay pues algo inusual y nos preguntamos ¿como es posible que ya desde el principio haya conflicto? Es el asombro porque este mundo sea así, porque todo sea así. Es la maravilla de que lo nuevo en este mundo de la creación sea así. Nos asombramos ante la dualidad, ante el hecho de que la vida y la muerte puedan ser al mismo tiempo.